Su Espíritu en nosotros

Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas….Yo soy, el que habla contigo. (Juan 4: 25-26)

Cristo Jesús, no es solo el Mesías que ha de venir, sino el Mesías que ya está entre nosotros al presente. No necesitamos esperar a que él venga en un futuro para declararnos todas las cosas, porque él está hoy presente entre nosotros por medio de su Santo Espíritu que él ha hecho morar en nuestros corazones (Gálatas 4: 6). Y gracias a su Espíritu Santo podemos entender hoy toda su Sabiduría y doctrina, y toda clase de revelación espiritual. (Efesios 3-4-5-6)
Es por medio del Espíritu de Cristo Jesús, que podemos llegar a conocer razonamientos prudentes, recibir consejos de prudencia, de justicia, de juicio y de equidad. Su Espíritu nos da sagacidad, inteligencia y cordura, Nos abre el oído para aumentarnos el saber, el entendimiento y el consejo.
Nos hace entendidos en toda declaración dada por Dios el Padre; nos da entendimiento en toda Palabra de Dios y en sus dichos más profundos.
El Espíritu Santo es como un cinturón alrededor nuestro, que Cristo Jesús ciñó a nuestros lomos espirituales a fin de recibir por medio de él las revelaciones y las declaraciones de sus palabras. Es como un sello, un precinto puesto en nosotros por el Señor, a fin de que la revelación se mantenga intacta y nadie ni nada nos pueda apartar de ella. Es nuestro trasmisor y también un buen emisor, que nos mantiene en comunión directa con el Señor; es por medio del Espíritu Santo que nos comunicamos con el Señor, y por medio del cual también recibimos las revelaciones que salen de su presencia. Es por medio del Espíritu Santo que el Señor nos da palabra y sabiduría, la cual no podrán resistir ni contradecir todos los que se opongan. (Lucas 21: 15) (Lucas 12: 11-12).
No solo el Espíritu Santo es un cinturón alrededor nuestro, sino que nosotros mismos por medio de él somos y formamos juntos unidos un cinturón que está rodeando los lomos de nuestro Padre y Dios, y del que en ninguna manera quisiéramos vernos apartados jamás. No quisiéramos jamás ser como aquel cinturón de Jeremías que al apartarse de sus lomos, se corrompió, y ya nunca más sirvió, ni fue útil para nada. No, no, no, jamás queremos ser como aquél cinturón apartado; queremos ser un cinturón para siempre ceñido a los lomos de nuestro Padre celestial; queremos permanecer ceñidos y ligados a él por siempre, recibiendo de su Gracia, de su Palabra, de su Amor, de su Consolación, de su Pureza, de su Santidad, de su Fuerza, de su Gozo, de su Salvación y Vida Eterna. Sin él, y alejados de él, ya no servimos nunca más para nada útil. Es por eso que hoy hacemos ante su presencia ésta firme oración y declaración como la que hizo el Rey David:
Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de delante de ti, y no quites de mí tu Santo Espíritu.
(Salmo 51)

Que Dios nos oiga y nos ayude en éste día (salmo 20)

Con amor
TATIS