La alabanza a Dios se puede definir como un homenaje a Dios por sus favores y bendiciones, los Ángeles que sobresalen por su poder rinden adoración a Dios, (Salmo 103:20) con más razón, nosotros, los redimidos por su preciosa sangre, hemos de adorar a nuestro Salvador Jesucristo, pero, ¿acaso Él se quedará con los brazos cruzados y no causaremos que Dios quiera hacer algo en medio de la alabanza de su pueblo?
Por eso titule este tema ¿Qué efectos causa tu alabanza?
Una buena pregunta que quiero dirigir sobre todo a los ministerios de alabanza, cuando en este tiempo podemos ver que un “buen tiempo de alabanza” el único efecto es que la gente pase un rato agradable, que oigan “buenos músicos” o un “buen relajo”.
Analizando la Biblia, encuentro por lo menos 3 ocasiones en que la alabanza causó algo verdaderamente interesante.
1. María, la hermana de Moisés.
Después de cruzar el Mar Rojo, Moisés elevó un cántico a Dios, y María tomo un pandero y todas las mujeres salieron en pos de ella con panderos y danzas, cantando y exaltando a Jehová por la victoria sobre los egipcios.
María causo que otras siguieran su ejemplo, alabar y exaltar el poder de Dios.
2. David.
Que podemos decir de David, poeta, cantor, salmista, pero lo más importante, hizo que espíritus malos huyeran, tal fue el caso de el Rey Saúl, (1 Samuel 16:23).
3. Pablo y Silas.
Estos hombres se encontraban en la cárcel, ¿quién tendría ganas de estar cantando? Bueno, pues ellos no solo cantaban, sino que estaban alabando a Dios aun estando en prisión. Su alabanza causó nada más y nada menos un terremoto, que de ahí termino en la salvación de toda una familia, la familia del carcelero. (Hechos 16:26-32).
Vuelvo a repetir la pregunta ¿Qué efectos causa tu alabanza?
Cuando vemos estos ejemplos de personas que alabaron a Dios con todo su corazón y lo que esto causó, creo que no nos conformaremos solamente por crear un “buen ambiente”, sino que nos inspira a desear que cosas como estas y aun más sucedan cuando alabamos a Dios, que la gloria de Dios se mueva con poder, y el resultado será, sanidades, cadenas de pecado rotas, que corazones sean restaurados.
Pero lo primero es que cada uno de nosotros, como levitas, como adoradores, debemos estar en la presencia de Dios, porque ¿Cómo puedes llevar al pueblo a la presencia de Dios si tu nunca has estado ahí?
Por eso titule este tema ¿Qué efectos causa tu alabanza?
Una buena pregunta que quiero dirigir sobre todo a los ministerios de alabanza, cuando en este tiempo podemos ver que un “buen tiempo de alabanza” el único efecto es que la gente pase un rato agradable, que oigan “buenos músicos” o un “buen relajo”.
Analizando la Biblia, encuentro por lo menos 3 ocasiones en que la alabanza causó algo verdaderamente interesante.
1. María, la hermana de Moisés.
Después de cruzar el Mar Rojo, Moisés elevó un cántico a Dios, y María tomo un pandero y todas las mujeres salieron en pos de ella con panderos y danzas, cantando y exaltando a Jehová por la victoria sobre los egipcios.
María causo que otras siguieran su ejemplo, alabar y exaltar el poder de Dios.
2. David.
Que podemos decir de David, poeta, cantor, salmista, pero lo más importante, hizo que espíritus malos huyeran, tal fue el caso de el Rey Saúl, (1 Samuel 16:23).
3. Pablo y Silas.
Estos hombres se encontraban en la cárcel, ¿quién tendría ganas de estar cantando? Bueno, pues ellos no solo cantaban, sino que estaban alabando a Dios aun estando en prisión. Su alabanza causó nada más y nada menos un terremoto, que de ahí termino en la salvación de toda una familia, la familia del carcelero. (Hechos 16:26-32).
Vuelvo a repetir la pregunta ¿Qué efectos causa tu alabanza?
Cuando vemos estos ejemplos de personas que alabaron a Dios con todo su corazón y lo que esto causó, creo que no nos conformaremos solamente por crear un “buen ambiente”, sino que nos inspira a desear que cosas como estas y aun más sucedan cuando alabamos a Dios, que la gloria de Dios se mueva con poder, y el resultado será, sanidades, cadenas de pecado rotas, que corazones sean restaurados.
Pero lo primero es que cada uno de nosotros, como levitas, como adoradores, debemos estar en la presencia de Dios, porque ¿Cómo puedes llevar al pueblo a la presencia de Dios si tu nunca has estado ahí?
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